lunes, 26 de diciembre de 2011

Work in progress


Hace tanto tiempo ya, que no sé si me voy a acordar de cómo se hacía esto...... Escribir, ese ejercicio de prostitución sentimental, de exhibicionismo gratuito al que solía someterme cuando tenía tiempo libre, cuando tenía veintitantos. Ahora, tal y como me advirtieron, los años pasan sin que me dé cuenta por delante de mis ojos, sin manchar, impolutos, sin pena ni gloria, sin gracia ni desgracia.

Este año que ahora acaba, 2011, me ha resultado especialmente anodino. Si tuviera que resaltar algún acontecimiento que lo haya marcado sin remedio, no sabría cuál elegir, pero no por la gran variedad de ellos sino porque ninguno tiene carácter suficiente como para hacerse con tal honor.

2011 ha sido un año del montón. Sin grandes viajes, sin grandes conciertos, sin grandes descubrimientos, sin grandes nada de nada. A lo mejor por eso me he lanzado de nuevo a la noche como cuando "era joven"... Salir, beber, el rollo de siempre pero en versión corregida y aumentada. Ahora me rodeo de aquellos profesionales de la noche que observaba desde abajo cuando aún empezaba a contar veinte. Crápulas, adictos a la fiesta, yonkis cool, modernos de corazón podrido, niñas monas hasta el culo de todo, cuarentones a la caza de carne fresca y despistada, treintañeros a la deriva... La flor y nata de los melocotones en lata. La "élite" cultural de una generación perdida por el desencanto y la rebeldía ante un futuro escrito de antemano: Universidad, novia, coche, piso, boda, niños y muerte cerebral. Oferta especial en divorcios tras los primeros ocho años de matrimonio.

Y yo, tras años de empate a cero emocional, parece que empiezo a despertar de mi letargo. Ha sido un largo invierno y tengo los músculos entumecidos. Bueno, El Músculo. Poco a poco voy dejando entrar la luz, ahora sí, ahora no, y me suceden cosas y sentimientos que tenía ya olvidados en algún cajón. Eso sí, vivo acojonada. Es complicado de explicar así que no lo voy ni a intentar. Lo único que se me ocurre para resumir mi estado de ánimo es la foto que acompaña a este post. La veo y me dan ganas de llorar....

Creo que sigo sin entender bien las reglas del juego. Me parece que me he perdido algo. Es como si todos los demás supieran (o la gran mayoría, al menos) algo básico y esencial para salir adelante que yo no sé y además me lo quisieran ocultar para que yo no lo pueda conseguir. Como una conspiración judeo-masónica del sentimiento que me aflige por momentos y en otros me la suda... Raro.

Ahora, lo que me da vértigo, lo que me hace "comerme" la cabeza, la pregunta del millón de euros es: ¿Cuánto va a durar esto? ¿Cuántos años voy a segir igual, con esta vida de pseudo-adolescente, sin que ocurra nada sustancial en mi vida, ningún cambio "vital"? ¿Por cuánto tiempo lo podré aguantar?

En fin, pajas mentales de fin de año. Un clásico, como siempre, en sus hogares por Navidad.

Besos y abrazos.
m.